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viernes, 3 de marzo de 2017

¿EMPEZAMOS? Si (II): Quién evita la ocasión evita el peligro

Desde mi punto de vista, hay muchas maneras de empezar un proyecto. 

En primer lugar, podemos tender la mano a la curiosidad que surge de alguno de nuestros alumnos. Ese es el proyecto con más fuerza; este tipo de inicio tiene un peligro: no es ni programado ni planificado. Seguramente tu clase ya está preparada para que, sin darte cuenta, puedan surgir numerosos proyectos gracias a varios factores: una competencia emocional positiva por tu parte, vínculo estable entre todos los miembros del aula y disposición de las mesas y espacios que favorecen un ambiente predispuesto a un continuo aprendizaje. El docente tiene que tener suficiente habilidad para reconducir esa curiosidad hacia donde el quiera: los estándares que tiene que cubrir en ese momento. Ésta sería una solución inorgánica porque lo bonito de este tipo de comienzos es empezar de cero como si de un sueño por aprender se tratara. Es arriesgarse por un aprendizaje real donde los alumnos aprenden por algo que ha hecho despertar una serie de preguntas que se van encadenando unas con otras hasta llegar a completar un círculo pedagógico con diez pilares fundamentales: curiosidad, preguntas, trabajo en equipo, emociones, realidad, respuestas, familia, sociedad, empatía y curiosidad. 

Por otra parte, podemos optar por sentarte contigo mismo y planificar un proyecto: es el caso que vamos a explicar paso a paso en la siguiente entrada.


Una tercera opción aparece tras realizar una serie de proyectos, podemos repetir alguno de ellos conociendo las pautas necesarias para conseguir esa curiosidad fundamental y teniendo ya establecidos una serie de items de la programación general de algún trimestre o incluso de un curso (como es el caso de algunos de mis proyectos). Es la mezcla entre un proyecto predeterminado por el profesor y el ideal de proyecto; por un lado tienes la seguridad de tener una programación estable y, por otro, te puedes asegurar casi por completo cubrir ese decálogo circular del AbP.

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