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viernes, 13 de enero de 2017

VÍSTEME DESPACIO QUE TENGO PRISA (I). Mi primera clase


Hoy es tu primer día de clase, tu primer día de cambio. 

El objetivo que te planteas tiene que ser sencillo pero eficaz; te proponemos algo que puedes hacer y que quizá sea la clave del antes y el después: mirar más tus alumnos. ¿Lo haces? ¿Sueles mirar a tus alumnos? Tal y como figura en el diccionario de la R.A.E., mirar es  mucho más complejo de lo que parece; significa “observar las acciones de alguien, revisar, registrar, tener en cuenta, atender, pensar, juzgar, inquirir, buscar algo, informarse de ello”. Tan sencillo y tan complejo como eso. 

Imagínate tu primera clase con los alumnos que menos te gustan y piensa cómo vas a “enfrentarte” a ellos; una sonrisa es la firma del inicio del cambio. No es necesario que sonrías si no puedes pero si mirarles; intenta mirarles uno a uno. Seguramente te cueste si no lo has hecho nunca pero todos y cada uno de ellos encierran niños/jóvenes que por cualquier circunstancia se comportan así. Empezarás por tus favoritos, los que siempre te salvan la clase, los que dejas para que apunten en la pizarra cuando sales de clase un momento, los que antes de que expliques ya saben la respuesta, los que nunca están mirando para otro sitio durante tu explicación, los que sacan ochos, nueves e incluso dieces…¿sabes de quienes te hablo no? Seguro que ya te han aparecido varias caras con nombre y apellidos; no son muchos pero siempre están cuando los necesitas. Quizá tu primer día de clase solo puedas mirarles a ellos pero es que sabemos que en clase hay muchos niños más; dependiendo del centro donde trabajes serán diez, veinte e incluso treinta. ¿No crees que es injusto que te hayas acordado de unos pocos? Seguro que estás pensando que tu también te has acordado del peor; el que siempre te boicotea la clase, el que apuntan en la pizarra cuando sales de clase un momento, el que no se entera de nada de tu explicación porque suele estar mirando para otro sitio durante la misma, el que saca seises, cincos e incluso suele suspender. Ahora analiza por qué te has acordado de él. Te sueles acordar de los alumnos especiales y él, como muy bien sabes tú, es un alumno especial; cuando digo especial me estoy refiriendo a que cuando se marche, será uno de los que más te acordarás siempre, de los que has cogido cariño.  

Volvamos ahora a todos los que te faltan…¿qué pasa con ellos? Reconoce que hay alumnos que no recuerdas bien su nombre, se te olvidan para ciertas actividades,… Ellos son la base del cambio metodológico que te quieres plantear y por eso debes de empezar a mirarles más de cerca. ¿Qué sabes de cada uno de estos diez, veinte e incluso treinta niños? ¿Cómo están en casa? ¿Tienen muchos amigos? ¿Se relacionan en clase con sus compañeros? ¿Por qué muchas veces no son capaces de mantener la atención en clase durante más de cinco minutos? ¿Por qué no han terminado la tarea si era algo muy sencillo de realizar? ¿Por qué no son capaces de preguntar ni una sola vez a lo largo de todo el curso? Son muchas las preguntas que nos debemos plantear en torno a un alto porcentaje de la clase que quizá se encuentran entre el cinco y el siete a nivel académico; a nivel socio-emocional ni sabemos que ocurre con ellos porque pasan desapercibidos con tanta facilidad que han conseguido que no entren dentro de ese grupo pequeño de niños que cuando hemos planteado nuestro primer objetivo deberíamos de habernos acordado. Acaso (2013) nos recomienda: 
  1. Haz una lista de los nombres que recuerdes de tus estudiantes.
  2. Cotéjala con la lista real.
  3. La próxima vez que tengas clase, intenta memorizar aquellos que olvidaste haciendo un pequeño retrato de ellos.
  4. Intenta trabajar el mismo tiempo con los estudiantes que te gustan, los estudiantes que no te gustan y los estudiantes que ni si quiera ves.



La competencia socio-emocional docente es un pilar fundamental cuando se trata de buscar un cambio; en este caso estamos hablando de conocer el interior de todos los elementos humanos que conviven en tu aula: profesor y alumnos. Hemos hablado de los alumnos pero la base empieza a construirse a partir de ti mismo. Tu interior. Tu estado socio-emocional. Has de conseguir estabilidad en este aspecto porque cada día estás trabajando con algo muy serio: educación. A partir de ahí, tendremos la posibilidad de mejorar el vínculo entre unos y otros para favorecer un ambiente positivo dentro del aula. 

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